Mirar alrededor

Lara Nuñez-Castelo

 
Érase una vez una ventana…
Érase una vez el mar.
Érase una vez los azules, y érase una vez
los ocres, también.
Érase la melancolía, y con ella,
Érase la calma.
Érase la mujer, solitaria, enigmática, con
historia de algo perdido en el camino, o no
encontrado, y,
Érase la mirada, que no cruzada con los
demás se convierte en un
Érase la soledad, a pesar de la compañía,
o precisamente por ella.
Érase la inquietud, contradictoria
apariencia rodeada de cuerpo animal,
contradictoria compañía que no comunica,
que no mira, que apenas siente que se
respira a su lado, y
Érase la agitación, interior, la de las
personas que son personajes, la de la
ficción disfrazada de realidad, la de baile
de máscaras que aparenta pero sólo
esconde rutina y cotidianeidad.
Érase un oasis entre la exaltación de lo efímero.
Érase una vez las rocas, y las olas, y los
objetos y las formas que nos iban dejando
y descubriendo,
 entre paseos.
Érase el cambio de significado, los
paraguas, que desde hace algún tiempo ya
no consigo verlos como simples paraguas,
y los barquitos, de papel de experiencia,
sobre rojo, sobre mar, flotando entre
historias calladas, que desgarran.
Érase el quicio, de la puerta, del sí y del no,
de la indecisión a entrar o a salir, del peso
del pasado y su presente que entra en el
futuro.
Éranse los sillones, y las sillas, y el sofá,
pero éranse siempre vacíos.
Érase el dolor.
 
Texto para la exposición: Mirar alrededor.
Lara Nuñez-Castelo
2009