Mi propio currículum

Jose Ibarrola

 

El año en que yo nací, 1955, el Nóbel de la Paz quedó desierto. Me hubiera gustado formar parte de una línea directa de acontecimientos extremos, de nacimientos y defunciones en la que pudiera ocupar un lugar telúrico que los conectara y diera continuidad, una línea temporal que visualizara la cronología de los hechos, una línea espacial que fijara un nuevo mojón en las fronteras de la Historia pero, mis padres debían de estar ocupados volviendo rápidamente de Formentera para darme a luz en la casa de mis abuelos, en el pequeño planeta de Arabella. Venían de ser unos pobres románticos en una isla muy barata sin saber que habían estado siendo hippys. En el año que yo nací también nació la Rana Gustavo, que no está mal, pero no es exactamente un hilo curricular.

La primera década, siendo positivo, la pasé viajando, viviendo en lugares tan dispares como Dinamarca, Basauri, Córdoba, Paris o Burgos. Hijo de pintor, hijo de pintor de brocha gorda y de nurse a tiempo parcial, hijo de padres bohemios a salto de mata, hijo de clandestinos, hijo del Equipo 57, hijo de preso político, hijo de las circunstancias…

Más o menos asentado en Bilbao, la segunda década empieza entre sustos, miedos, otra vez la cárcel, solidaridad, mi hermano, madurez y aprendizaje. Es tiempo de militancias y descubrimientos.

En 1972, con más desfachatez que talento, participo en la Muestra de Artes Plásticas de Baracaldo. Es la primera vez que enseño algo en público de lo que empezaba a ser mi trabajo. Todavía no era, pero ya tenía claro que quería ser. Dos años más tarde un grupo de amigos formamos el Grupo Ikutze, un colectivo variado e interdisciplinar de artistas que pretendíamos agitar el oleaginoso pantano cultural en el que estábamos viviendo. Durante un par de años hicimos numerosas exposiciones y charlas por barrios y pueblos (Somorrostro, Bilbao, Erandio, Mondragón, Portugalete, Baracaldo…), hasta que de tanto remover conciencias colectivas nos removimos cada uno a nuestro sueño particular. Yo para despejarme, entre pintura y escultura, empiezo a hacer ilustración.

Y Maite.

En el 74, a mi padre y a mí, una exposición conjunta que pretendíamos hacer en la Galería Aritza de Bilbao, la policía -por orden gubernativa y porque sí- nos la prohibió. Un año más tarde, esta vez los Guerrilleros de Cristo Rey o algo parecido, nos quemaron el caserío- estudio que teníamos muy próximo al mar. Allí había crecido como artista, como persona y como náufrago. Así terminó mi segunda década. Claro que también ese año murió Franco.

1976 fue el año en el que expuse por primera vez individualmente. Comenzaba década y profesión. Fueron años interesantes, o sea difíciles, donde todos queríamos participar en todo y con todos y donde la palabra decepción aun no formaba parte del vocabulario común. Exposiciones y encuentros en Santander (Galería Trazos), Madrid (Galería Futuro o Museo de Arte Contemporáneo), Florencia, Museo de Dublín, Museo de Vitoria, Bilbao ( Aritza, Windsor, Museo de Bellas Artes), La Ciudadela de Pamplona,…Exposiciones individuales y colectivas que iba entremezclando cada vez más asiduamente con la ilustración, el cómic y la escenografía teatral. Después de varias incursiones en fanzines , publicaciones alternativas ( entonces prácticamente todo era alternativo) o revistas de todo tipo de pelaje como Euskadi Sioux, Doblón, Posible o Información , empecé a colaborar de una manera más sistemática en medios como La Gaceta del Norte y –posteriormente- Tribuna Vasca o en revistas más especializadas como Habekomic.

El final de esta década me coincide con una profunda crisis como pintor (ay, tan de manual). Yo, que había crecido entre artistas, que había estado -siendo niño mirón- mamando Arte de las ubres sintéticas de las vanguardias históricas, que me había criado en la modernidad y en la militancia, en el auto didactismo y en el auto cripticismo y en las lecciones apresuradas de borremos el pasado que el futuro es nuestro, me encuentro sentado en una banqueta ferial mendigando un poco de atención. Arteder 83, Feria de Arte Contemporáneo del País Vasco, supuso un punto de inflexión y de decepción en mi actividad profesional. Descubrí de golpe la enorme distancia que había entre lo que quería y lo que hacía, entre lo que sabía hacer y lo que quería hacer. La escenografía y la ilustración ocuparon una parte del vacío que dejaba mi descubrimiento y me condujeron -de paso- hacia la narración y por añadidura hacia la figuración; algo que iría incorporando lenta y progresivamente a mi manera de entender la pintura. Y eso que no eran buenos tiempos para la lírica.

Inauguré la siguiente década particular publicando mi primer álbum de Cómic titulado “Orfeo, Compañía Monteverdi”. Le seguirían otros tres libros más y numerosas historias cortas e ilustraciones, que a lo largo de varios años se irían publicando en diversas editoriales y en diversos países. Editorial Glenat (Francia), El País Semanal , Editoral SM, Editorial Ttartalo, HabeKomic, Ere Comprimee, Ikusager, Eura (Italia), Norma, Editorial Baroja, Pérgola, Texturas, Destino, Pamiela, Ediciones El Tilo, Gran Bilbao,…Es, también, por esas fechas cuando empiezo a colaborar con el diario El Correo con ilustraciones para sus páginas de Opinión, actividad en la que sigo disciplinada y apasionadamente, disfrutando del ejercicio que supone interpretar la realidad a través de una ventana, desde la que interrogo y propongo mi mirada.

El teatro es un baño de decisiones compartidas, una dosis necesaria de proximidad. Diseñar espacios habitables, sugerentes y practicables para que texto y actores desentrañen emociones ante un público cercano, a esas alturas, ya ocupaba una amplia parcela en mi trabajo creativo. Estaba en un tiempo vital en el que necesitaba sentir que mi trabajo cumplía una función más allá de la autocomplacencia ( qué poco moderno) y esto lo veía reflejado en aquellas facetas paralelas al mundo específico de la pintura o la escultura. Y además, mientras tanto, iba descubriendo mis propias obsesiones e indagando en la búsqueda de mi propio lenguaje. Compañías de Teatro como Akelarre, Geroa, Karraka, Maskarada, Markeliñe, Tarima, Dar- Dar, Salitre, Arteszena, Acción… me permitieron desarrollar una personalidad contrastada, precisamente, en un trabajo colectivo de fuertes imposiciones estéticas y narrativas. Es por las mismas razones por las que participo en varios proyectos televisivos o cinematográficos en mi faceta de escenógrafo o director artístico.

En esa década, tan solo hago una exposición de pintura en la Sala Vanguardia de Bilbao, en 1989. Como una isla en el camino. Estoy buscando, emergiendo de las profundidades de mis propias dudas y voy encontrando las preguntas interesantes que me acercan a las respuestas interesantes, pero muy poco a poco. La inspiración tiene que encontrarte trabajando, cierto, pero es tan tacaña.

Además tenía dos grandes y maravillosas certezas que necesitaba arropar y mimar, mis hijos Naiel y Martín.

En esta extraña cronología de décadas que empiezan en la mitad, la que comienza en el año 95, o sea, la de mi cuarentena, es –posiblemente- la que marca definitivamente los trazos, las rutas por las que seguiré transitando. En 1996, expongo en la Galería Aritza de Bilbao, la obra de esa nueva etapa que como pintor ya iba pergeñando, casi clandestinamente, desde hacía un tiempo. Un año después, en la Sala de la Fundación – Caja Vital de Vitoria, amplío y fijo mi nueva trayectoria. Pintura y escultura forman parte indisoluble de este Ave Fénix recién nacido.

Pero no abandono ninguna de las diferentes facetas que han ido construyendo mi múltiple personalidad. Tanto con el teatro como con la ilustración busco la necesaria complementariedad que ensamblen las caras poliédricas de mi expresión. Sigo ampliando la nómina de colaboraciones en uno u otro ámbito, e incluso desarrollo nuevos aspectos creativos vinculados al mundo del diseño o los eventos. Ya desde el año 1990, en el que diseñé el cerramiento de las obras del Metro de Bilbao en la Plaza Moyua, venía colaborando con empresas vinculadas a la comunicación como MBO con la que también hice el diseño del logotipo del Bulevar Barajas, AENA, o el diseño de la exposición “Tres Cantos”, Madrid. O RENFE con la que hice el diseño artístico de la inauguración de sus nuevas estaciones en Bilbao, o antes la instalación escultórica “ Las sombras del Guggenheim son de colores” en la Estación del Parque.

A las compañías teatrales o productoras con las que colaboro habitualmente se suman otras como Vaivén, Txalo, Tanttaka, Tentazioa, Premios Max, Traspasos, Ados Teatroa, Hortzmuga, K Producciones, Caja Madrid, Arriaga, …

A través de la empresa de comunicación Innevento, sigo participando, en estos últimos años, como creativo en numerosos eventos y diseños de actos. Es escenografía circunstancial, arte de encargo. Muchas precisiones, muchas acotaciones, muchas prisas, todo muy funcional y resolutivo, todo eficaz, todo excepcional, o sea, todo un reto. Actos como la inauguración del complejo Bahía de Bizkaia, Fiesta de El Correo, Gastech 2005, Das Baskenland in Berlin, Inauguración del Bec Convention, Agencia Europea,… son algunos de los trabajos en los que transito por esa línea imposible que une la estética con la mecánica, lo divino con lo humano, la velocidad con la emoción,…

En el fondo todo nutre a la experiencia, que es de la que me quiero alimentar.

La pintura, para mí, es un ejercicio de memoria, el mensaje epistolar de un naufrago, nuestro pecio interno. Por eso valoro tanto cuando sé que la botella ha llegado a la orilla. Y por eso expongo mis trabajos y lo hice en el Museo de Arte de Durango (Bizkaia), en la Galería Dasto (Oviedo), en la Galería Pintzel (Pamplona), Cardedeu (Cataluña), AB Galería d’Art (Granollers), Círculo de Bellas Artes ( Madrid), Biblioteca de Bidebarrieta (Bilbao), Vallgrassa-Parc Natural del Garraf. (Cataluña), Parco Nazionale delle Cinque Terre. MediterrArt. (Italia), Bari (Italia) o en Aritza (Bilbao).

Han ocurrido más cosas, claro, sigo cambiando de décadas y la Historia y sus historias siguen empapándome con sus olas cíclicas, con sus resacas y mareas. Siguen las actividades; libros como el que la editorial Elea me publica exquisitamente con una selección de mis ilustraciones, colaboraciones con diversos medios y personas o incursiones en nuevos espacios como la ópera. Siguen las exposiciones, siguen los compromisos, las colaboraciones con Fundaciones de Víctimas del Terrorismo, las respuestas y apuestas, siguen los proyectos y las dificultadas. Hasta me adentro en el Renacimiento, siguen los hallazgos que buscan una pregunta interesante, sigue el tiempo.

Sigo.

Jose Ibarrola