La columna. 45x35cm. 1993

Silenia

El faro silencioso

que tranquilo esconde un abismo de arquitecturas imposibles;

silencio,

imagino y lo encuentro.

Silenia que lo llama Antonio Altarriba en palabras

y yo para soñar en cuadros lo miro,

que lo he(mos) soñado.

Silencio, Silenia

 

José Ibarrola
1997

La sorpresa. 105 x 190cm. 1994.

Algo emerge lentamente. 1991

La feria de las vanidades. 150x300cm. 1991

Molino de Oma

José Ibarrola pinta y crea de nuevo el mundo
a imagen de un siniestro carrusel,
pero hay mucha piedad en su mirada,
ya sea que adivine al fondo del paisaje
vermiculares laberintos,
conchas de numulitas o testuces
de ancestrales carneros, o quizás
centauros perseguidos por sirenas fabriles.
Dime, qué harías tú, teñidor de tristezas,
con un capitel jónico gravitando en tu cuello,
atornillado
a tu caja craneal, sino esconderte
en el boscaje de la muchedumbre
(cada rostro que pasa
parece una hoja impávida que morirá en otoño).
Atribulados días conocimos
y tormentosas horas nos aguardan.
José Ibarrola guarda las esquirlas candentes
de un mundo que ha estallado:
granada furibunda, reventó en el silencio.
Fue su deflagración tan muda, tan discreta
como la de una rosa sangrienta cuando se abre
en el pliegue indeciso de la noche y el alba.
Yo agradezco al azar haber andado un trecho
junto al custodio de los tenaces signos
de nuestro apocalipsis, vestigios minerales
(faros, muros, cisternas, lágrimas congeladas)
de una historia insensata que el tiempo va tachando
precipitadamente,
como disgrega el río en la hondonada umbría
la piedra de esta aceña tres veces centenaria,
antes de ser borrado él mismo en el torcal.
José Ibarrola mira y se apiada y describe
la tierra devastada de mi generación.

JON JUARISTI
Mayo de 1997

La mirada espiral. 1990

Laberinto. 240cm x 240cm. 1992

El pozo. 115 x 100cm. 1994

El Antiguo. 160 x 120cm. 1991

© Jose Ibarrola